Desde inicios de la década de 1980 la atención de un puñado de artistas se centró en la falta de equilibrio y armonía evidente en Lima, cuyo crecimiento accidentado y desordenado en tanto urbe moderna empezaba a marcar indeleblemente su expansión. El Centro Histórico dejaba de ser el real punto de convergencia de las principales actividades en todos los campos, y de la energía humana, e iba desdibujándose en cuanto a su importancia urbana. Así ocurría también con los centros de uno que otro distrito limeño, que sufrían similar vaciamiento simbólico.
Barranco definitivamente era uno de ellos, pero por motivos diversos a los de la Gran Lima. Lo que se había perdido ya para entonces en el distrito era la memoria clave: sus orígenes a partir del hecho milagroso que la Ermita como santuario construido al lado de la Bajada de los Baños, representaba para una comunidad. Lugar de lo sagrado extrañamente relegado al olvido.
Esa toma de consciencia de pérdida de un centro simbólico, con reconocimiento claro de la gravedad del caso, generó una acción para la reunión de sensibilidades en torno a la recuperación de un orden compartido, reconociendo lo espiritual como piedra angular. Llevada a cabo en la Ermita de Barranco durante tres días de mayo –el mes de la cruz en el Perú-, del año 1987, CONEXIONES fue una respuesta pionera a la ausencia de integración psíquica percibida. Una peregrinación efímera hacia centro de la psique, en la que la mano, el corazón y la mente prometían unirse de modo visible en el hacer arte.
La experiencia no puede ser como un happening, que de alguna manera implicaría una relación antagónica con un medio artístico institucional o galerístico. Lo que unió a Lucy Angulo, Herbert Rodríguez y Javier Ruzo fue más bien una necesidad sentida, en lo personal, de insuflarle vida nueva al acto ritual en un contexto de ciudad. Crearon una situación en la que el trabajo plástico proveía un centro temporal para ellos y para los que los veían crear en vivo, mientras el espacio alcanzaba la dimensión, expandida hacia el interior, del recogimiento gracias a la música que Douglas Tarnawiecki y el grupo Espíritus generaban mediante la improvisación. Audrey Miller documentó fotográficamente y Mariel Vidal registró en video lo acontecido. Invocaron brevemente al automatismo y enrumbaron tangencialmente hacia la performance, implicándola pero sin convertirla en la intención rectora en ningún momento.
Veinte años después aún no ha pasado nada con la Ermita, pese a que Barranco es el distrito del arte y del entretenimiento actual. La esperanza de que el santuario emerja finalmente del olvido no se ha perdido del todo. Hoy vuelven Angulo, Rodríguez y Ruzo con propuestas que actualizan el sentido de la necesidad redoblada de una ecología de la mente para el habitante urbano. Angulo aporta intervenciones físicas y pictóricas en imágenes fotográficas impresas en banners, en las que el sentido del presente se traduce en respuestas plasticas vierten luz sobre lo cósmico en signos de hoy y de siempre. Rodríguez erige nuevos altares a sí mismo, proponiendo desde el desbalance experimentado, el potencial del narcisismo con el reconocimiento del culto al individuo como primer eje, y el ordenamiento de instancias en otro eje, en el que el impulso personal da signos de vida como inserción en la comunidad. Ruzo retorna al medio fotográfico y trabaja en la computadora con la impronta de una densificación de color, pero con el ojo puesto en una temperatura espiritual, que habla del cuerpo y las experiencias de los sentidos como soporte de lo inefable, representable como metáfora surgida de la hondura psíquica. Por otro lado Miller aporta el documento de los orígenes de esta búsqueda y Vidal se lanza al terreno de la generación de un posible nuevo símbolo en el que el enigma de lo apocalíptico se torna inquietante en su doble hermetismo.
Oriana del Rosario retoma el reto de soñar con devolver a Barranco un Centro a partir de la Ermita como hito de significación urbana y desde la perspectiva de la arquitectura. Su trabajo viene a recordar que no todo está dicho y que el futuro podría re-centrar y re-ligar los sentidos atomizados de la actualidad en una nueva red de conexiones. Jorge Villacorta Chávez, 2007 |
Árbol / Cielo
Fotografía Digital, 1.0 x 0.70 mts., 2007
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Isis Galáctica
Fotografía Digital, 1.0 x 0.70 mts., 2007
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La Fuente Dorada
Fotografía Digital, 1.0 x 0.70 mts., 2007
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Conexiones 4, fotografía, 50 x 35 cms. |
Conexiones 5, fotografía, 50 x 35 cms. |
Conexiones 6, fotografía, 50 x 35 cms. |